lunes, 29 de abril de 2024

9. Razones para una ruta atípica

Les estoy escribiendo hoy desde el hotel Prima Jongno, un establecimiento bastante lujoso en el centro de Seúl, adonde llegué anteayer desde Estambul, en un vuelo de más de diez horas, lo que tal vez a más de uno de ustedes le haya hecho pensar que estoy quemando etapas a toda prisa para cumplir mi propósito de dar la vuelta al mundo en poco tiempo. Que ya sé que muchos de ustedes son un poco desconfiados. En estos días estoy tratando de conjurar el jet-lag inherente a un vuelo como ese, encima en sentido contrario a la rotación de la tierra, lo que siempre es peor en cuanto a sus efectos sobre el sueño y la salud en general. Lo cierto es que yo quería evitar estos desplazamientos tan largos, precisamente para soslayar las molestias que conllevan, pero no me ha sido posible, como les voy a explicar. Por eso, en un tiempo de cierto descoloque mental, creo que es buen momento para hacer un alto en el camino y reflexionar. Como ha hecho el presidente Sánchez.

Mi trayectoria hasta aquí ha sido inmejorable, las estancias en Bologna, Nápoles, Roma y Estambul han sido apasionantes y divertidas de vivir y de contar. Creo que este espíritu se plasma perfectamente en la foto y el vídeo que les voy a poner abajo. Les conté que, en Nápoles, Gianni Rondinella y yo nos reunimos con tres amigas suyas de Turín, llamadas Pina, Cristina y Paola, pero que no me habían mandado las fotos que nos hicimos juntos. Les mentí. Sí que me habían mandado esas fotos, lo que pasa es que con una de ellas habían hecho un vídeo muy divertido, que yo quería subir al blog, porque resume todo lo vivido en estos días. Yo había importado ese vídeo al ordenador y después el programa Blogger no me dejaba subirlo a mi blog. Me dejaba, pero de forma que ustedes no lo podrían abrir. Por fin lo he conseguido, con el truco de cargarlo directamente desde el teléfono. No tengo ni idea de cómo lo han hecho estas simpáticas chicas turinesas (que ahora siguen mi blog y hacen comentarios en italiano). Veánlo, porque es desternillante. Primero la foto y luego el vídeo que han perpetrado estas chicas.


Bien. Cuadrar el Tetris de este viaje ha sido una tarea complicada y, lo mismo que han salido a mi camino algunas sorpresas agradables (me reuní con mi amiga Cristina en Bologna, me he visto recorriendo Nápoles subido en el asiento trasero de la Vespa de Gianni, y he encontrado un alma gemela en Estambul), pues también me han asaltado sorpresas menos agradables, que me han obligado a suspender otras escalas previstas. Rememoremos. Todo esto empezó cuando yo todavía estaba trabajando, digamos en 2019. En el vértigo que te entra cuando crees que te vas a aburrir tras la jubilación, yo ideé este plan. Cuando me llegó la jubilación, estábamos en plena pandemia, pero, ya saliendo de ella, empecé a conectar con mis amigos en todas las ciudades, para salir a visitarlos en cuanto se pudiera.

Mi primer plan era ir por el norte de Europa: Francia, Holanda, Alemania, hasta llegar a San Petersburgo, en donde vive todavía (supongo) mi amiga Svetlana. Desde allí, pensaba contactar con la guía que tuvimos en Pekín cuando visitamos la ciudad rumbo a Myanmar, para saltar de Pekín a Seúl y Japón, donde tengo buenos contactos. Pero llegó entonces la guerra de Ucrania. Desde el primer día del ataque, a Svetlana le bloquearon todas las cuentas de Facebook, Whatsapp y similares, con las que yo me comunicaba con ella. No he vuelto a saber nada de esta chica. Tengo un número suyo de teléfono, pero no me atrevo a llamarla, no sea que eso le traiga complicaciones, que con este tipo de tiranías como la de Putin hay que extremar el cuidado. Así que mi ruta por el norte se fastidió. Vean una de las imágenes que tengo de Svetlana. Es en el intermedio de un concierto de Muse en Milán. Creo que esta imagen explica todo lo anterior que les he contado.  

Después de eso, casi había tirado la toalla de hacer este viaje de vuelta al mundo. Fue mi hijo Kike quien me pico el gusanillo de nuevo, hace como un año. Ya les he contado esta historia y cómo en este punto deseché la ruta del norte. En Italia tenía buenos sitios para hacer paradas. Pero, desde allí a Seúl, ¿cómo diseñar una ruta fragmentada que me fuera llevando poco a poco hacia el Este sin riesgo de jet-lag? Pues miré el mapamundi que tengo en casa y establecí tres paradas: Estambul, Bombay y Bangkok. Y empecé a buscar nuevos contactos. En Estambul ya han visto el resultado. En Bombay tenía también un contacto: Rahul Srivastava, amigo de mis hijos Kike y Clarice. Rahul es uno de los fundadores del estudio de urbanismo URBZ, que trabaja con un enfoque participativo muy cercano a mis puntos de vista y tiene sedes en Bombay y París. Clarice trabajó con ellos en Bombay varios meses y, en mi última visita a París en febrero pasado, le invitaron a cenar en su casa conmigo para que nos conociéramos.

Quedaba el flanco de Bangkok y aquí viene lo que les anticipé de que había conseguido nuevos contactos incluso a través de mi gato Tarick Marcelino Martínez, algo que muchos de ustedes supongo que se tomaron a coña. Pero era cierto. En efecto, a Tarick lo llevo a una clínica veterinaria del barrio. El veterinario, que se llama Javi, es muy simpático, ya somos colegas y le conté mis planes antes de Navidad. Y me dijo que tenía un hermano en Bangkok, trabajando para la Cruz Roja. El hermano se llama Félix y hablé largo rato con él poco después, aprovechando que había venido a Madrid por Navidades, como hacen muchos expatriados. Ya estaba todo organizado con él, a falta de que le dijera las fechas de mi visita a Bangkok.

Entonces le llamé por teléfono y le dije que, provisionalmente, iría a su ciudad entre el 1 y el 6 de mayo. Noté que no me contestaba, que se quedaba como pensativo y le pregunté qué pasaba. Me dijo que, para él, eran las peores fechas, porque correspondían al macro-puente de Tailandia, similar al de diciembre en España, que él contaba con irse a la playa a descansar con su mujer. Me explicó que el 1 de mayo es la gran fiesta mundial, como sabemos. Y que el 6 de mayo es la gran fiesta nacional de Tailandia que, como país budista, conmemora el momento en que Buda se convirtió en Siddartha Gautama (que manda carallo). Si encima, como en este año, entre ambas fiestas fastuosas, hay un fin de semana, pues ya los tailandeses tienen el pretexto perfecto para tirarse una semana rascándose la barriga a dos manos.

Le dije que no se preocupara, que cambiaría la ruta. Removí mi trayectoria y le mandé por Whatsapp las nuevas fechas. Y no me acababa de dar el OK. Al final me escribió muy abochornado. Se sentía muy mal de haberme hecho cambiar el programa para nada, porque resulta que la Cruz Roja había decidido enviarle un mes a China, para ayudar en no sé qué emergencia de la que al menos yo no sé nada, pero que requiere refuerzos. Le contesté que no se preocupara, pero que, no estando él, pensaba que mejor suprimía Bangkok de mi ruta. Además, estaba por entonces en la idea de que no debía de dividir tanto el trayecto, porque podía ser muy cansado para mí.

Eliminado Bangkok, me puse a reconfigurar mi programa. Y descubrí con horror que desde Bombay a Seúl no hay vuelos directos. Y que los indirectos tardan por encima de 25 horas, incluyendo una escala de 4 en Bangkok o Saigón. En cambio, desde Estambul sí que hay vuelo directo, como han visto. ¿Por qué? Pues me contó Ömer que entre ambos países hay una sólida relación comercial, reforzada por el apoyo incondicional de Erdogan a Corea del Sur frente a su enemigo del Norte, ese país hermético, gobernado por un gordo muy peligroso. Incluso hay soldados turcos en la frontera para ayudar en caso de ataque, no muchos, creo que en torno a cien, es más el contenido simbólico de este gesto que sus efectos prácticos. Así que mi única solución fue eliminar también Bombay. Le escribí también muy abochornado a Rahul Srivastava, que ya me tenía organizado un tour por Bombay para mostrarme lo que no ven los turistas. 

Explicada la historia de la ruta definitiva, paso a contarles ahora la continuación de mi viaje en el lugar donde les dejé en el post anterior. El sábado terminé de escribir dicho post y a las doce bajé a hacer el check-out. Le dejé las maletas al chaval del hotel, que así de primeras pretendía dejarlas allí en medio de la recepción, un lugar al que entra cualquiera de la calle y donde durante muchos ratos no hay nadie vigilando. Le pedí por favor que las metiera en un cuarto y lo entendió. Salí a pasear y descubrí entonces que había perdido la tarjeta de transportes de Estambul. No tiene mayor importancia, debía de quedar ya poco saldo, pero me da rabia que me pasen estas jaimitadas; si pierdo una tarjeta de transportes ya casi agotada, también puedo perder algo más importante y meterme en un lío. Debo esmerarme en tener más cuidado.

La única posibilidad que me quedaba era acercarme andando hasta donde pudiera. Y de nuevo renové mi camino: avenida del Istiklal adelante, donde anduve enredando por diversas galerías y callejones laterales y me comí un simit con un té. Al final de la avenida, decidí bajar al puente de Gálata y comerme un pescadito a la plancha en uno de los restaurantes del piso inferior. Y allí me pedí una dorada que me sentó de maravilla, mientras contemplaba el devenir de los ferrys que cruzan al otro lado. Esto es una turistada, pero creo que cualquiera que visite Estambul, aunque se sienta un viajero y todo eso, debe de hacerla al menos una vez, igual que subir al Empire State cuando se visita Nueva York. Una digna despedida de esta ciudad magnífica. Subí luego la cuesta de vuelta a la avenida Istiklal y regresé al hotel con tiempo.

El chaval de la nueva furgoneta me recogió puntual a las 5pm, la hora que me habían fijado en el hotel. Este sí que sabía inglés y era más comunicativo, aunque tampoco paraba de mandar y recibir mensajes con el móvil, incluso cuando iba a 150. Y, aunque el aeropuerto Internacional está más lejos que el Sabiha, se llega antes, porque está conectado con la ciudad por una autopista nueva magnífica y, siendo sábado, había poco tráfico. Allí tuve que pasar un primer control de seguridad para entrar al edificio. Luego me acerqué a los mostradores de la Korean Airlines, donde me recogieron el pasaporte y, un rato después, me dijeron que estaba todo bien y me lo devolvieron con una tarjeta de embarque en papel. Después hay que pasar el control de pasaportes y una segunda barrera de seguridad en la que hay que quitarse de nuevo el cinturón y toda la demás parafernalia. Localicé la puerta de embarque, vi que me sobraba bastante tiempo y decidí probar una novedad: la priority pass que había comprado en una de mis gestiones matutinas.

Lo cierto es que había intentado hacerme con esta tarjeta varias veces, pero siempre se me bloqueaba el pago on line. Pero esta vez lo había conseguido y ya la tenía en mi móvil. Esta priority pass cuesta 81€ anuales y yo desconocía para qué sirve. Sólo sabía que permite entrar en las zonas VIPs de todos los aeropuertos del mundo y que en algunos el acceso es gratis, mientras que en otros cuesta 30€. En el Internacional de Estambul me costó encontrar esa zona exclusiva, pero finalmente di con ella y el acceso era gratis. Y, una vez dentro, te encuentras en un ambiente en el que hay un montón de butacones en los que te puedes desparramar a descansar, con WiFi gratis y una música suave de piano sonando todo el rato. Y lo más acojonante de todo: hay comida y bebida gratis y sin límite.

Yo no me lo creía y tenía la sensación de estar haciendo un simpa, pero le pregunté a una chica, a la que le confesé que era mi primera visita a una zona VIPs con mi flamante tarjeta. Muerta de risa, me dijo que sí, que todo era gratis. La cosa es que como el 99% de la gente no viaja sola, uno de los miembros del grupo se queda guardando la mesa o las butacas y los demás cogen comida para todos. Yo no podía dejar mis maletas sin vigilar, pero me las arreglé para pillar algo sin perderlas de vista. Apenas un cucharón de tzatziki, que estaba buenísimo, otro de un arroz con verduras y otro de un cuscús de color rojo, con pimentón a saco. Más un pancito y un par de cervezas de presión, que se vendían aparte, en un bar al lado de una mesa de billar. Había mucha gente en ese lugar, yo creo que el personal va a los aeropuertos con un margen de tiempo grande, para atiborrarse de comida gratis.

Con la cena resuelta, me encaminé a la puerta de embarque. Pero, de camino, entré en unos aseos y me puse una inyección de heparina, para afrontar el vuelo de diez horas sin peligro de trombosis. Una precaución que recomiendan para todo el mundo, no sólo la gente mayor.. Esta es otra experiencia nueva; las veces anteriores que hube de pincharme eparina siempre había alguien a mi lado que me la pinchaba. No es nada del otro mundo, impresiona más antes, cuando piensas en ello, que luego en el propio acto. Eso sí, sentí una cierta sensación de drogadicto que se estuviera pinchando algo peor. El avión era inmenso y muy cómodo, con unos asientos mucho más cómodos que los de la primera clase de Iberia, que por algo los anglos la llaman Hay-birria.

Había dos pasillos y tres asientos en los laterales. A mí me tocó uno de estos laterales, en los que el asiento del centro quedó desocupado. La chica de la ventanilla y yo nos pusimos anchos. En el vuelo nos dieron otra cena, en la que yo aproveché para tomarme un somnífero para cortar el jet-lag. Con eso pude dormir un buen rato, hasta que dieron otra vez la luz y nos asaltaron con el desayuno. La chica era una coreana muy joven, a la que le hizo gracia viajar con un tipo tan mayor, por lo que estuvo muy amable y siempre al quite de que no me atascara con los diversos mandos a mi disposición. Porque el avión era ya como estar en Corea, apenas había algunos occidentales y ningún turco. Aterrizamos en punto y le pedí a la chica que se hiciera un selfie conmigo, antes de despedirnos. Abajo lo tienen.

Mi amigo Woo me había dicho que, para llegar al centro de Seúl, podía coger el Metro o el bus. Y que él me aconsejaba el bus, que es más confortable aunque tarda más, porque en el Metro debía de hacer un par de transbordos y lo normal es que me perdiera, además de la incomodidad de subir y bajar escaleras con el equipaje. Así que localicé el autobús 6002 y me subí. Tardó más de hora y media, a pesar de ser domingo. Encontré el hotel, que es magnífico. Según Internet, es de cuatro estrellas y media, no sabía que existiera esa categoría. Estoy en la planta séptima y tengo una cama y un baño de auténtico lujo. Es el hotel que me aconsejó Woo, y tiene una relación precio-calidad buena. Después de descansar un rato, salí a la calle y busqué las cercanas calles de Insadong e Ikseon, ambas parecidas.

Seúl es una ciudad estructurada en torno a un sistema de grandes avenidas flanqueadas por rascacielos altísimos. Pero entre avenida y avenida, hay esas otras calles más recoletas, repletas de tiendas, bares, galerías culturales y centros de reunión. Estas son peatonales y están llenas de gente paseando arriba y abajo. Abajo les pongo algunas fotos de ambos tipos de ambiente. Mi hotel está en una de esas grandes avenidas, con hileras de gynkos-biloba gigantes refrescando las anchas aceras por las que también camina mucha gente. En esta calle, los cruces con las otras avenidas tienen pasos de peatones en los cuatro lados y otros dos más en diagonal en el centro. Esto es algo que se inventó en Tokyo, en el barrio de Shibuya, cuyo cruce se ha convertido en una atracción turística a la hora de salida de las oficinas. Y funciona muy bien: en una de las fases, se ponen en rojo todas las vías rodadas y el pelotón de gente que quiere cruzar en todas direcciones se pone en marcha y cruza sin ningún  problema. Aquí las fotos.






Un ambiente que me recuerda mucho al de Tokyo, aunque esta ciudad es más pequeña: unos diez millones. Pero está igual de organizada. Los coreanos son parecidos a los japoneses, pero un poco más sueltos, se ríen, lo pasan bien y no están tan obsesionados con el cumplimiento de las normas al milímetro. Ya hablaré más adelante de este tema. Cuando ya llevaba un buen rato paseando por estas zonas más recoletas, decidí comerme algo. Encontré un callejón lleno de restaurantes de la modalidad hot-pot, en los que cada mesa tiene un fogón de inducción, sobre el que te ponen una sopa en la que tú mismo vas echando y cogiendo los ingredientes. Por supuesto, con los reglamentarios palillos, aquí no se ve un solo tenedor. Pregunté primero en uno, donde me hicieron saber que no servían a comensales solos, porque sus fogones y cazuelas son más grandes. Pero en el segundo ya entré, tras asegurarme de que se pudiera pagar con tarjeta y hubiera WiFi, y me senté.

La sopa tiene dos modalidades: picante y no picante. Yo elegí la primera y, como en todas las comidas que se van cocinando sobre la marcha, hay que estar pendiente de que no se ponga demasiado caliente ni se enfríe. El truco está en echar las verduras en la parte exterior para que se vayan haciendo. Luego, las piezas de carne cortadas muy finas, hay que enrollarlas, tenerlas un momento en el caldo y sacarlas a tu cuenco, con parte de la guarnición. Allí hay que darle un margen para no abrasarte la boca. Sabía yo todo esto de algún hot-pot que he visitado en Madrid y me arreglé bastante bien con los palillos. Al final, la sopa que ya ha cogido los sabores de todos los ingredientes, sirve para echarle los fideos gruesos, tipo udón, que hay que dejarlos cocer unos minutos. Esto es lo más difícil de comer con los palillos, pero les juro que no me tiré ni una sola mancha.

Menos mal, porque la poca ropa que traigo en este viaje está a punto de echar a andar sola, cualquier mañana me despierto y se me ha ido la ropa a ver la ciudad por su cuenta. El hotel de Estambul no tenía lavandería. Este sí, pero es de autoservicio, que sólo funciona con monedas o billetes locales. En un país tan adelantado como este, resulta que hay cosas que no se pueden pagar con tarjeta, como la lavandería de este hotel, o la tarjeta de transporte, que sólo se puede adquirir con billetes de wons, la moneda local (por cada euro te dan cerca de 1.500 wons, pero el billete más pequeño es de 1.000). Dejé todos esos trámites para hoy y me fui a dormir. Con el jet-lag he dormido de forma bastante intermitente, espero que esta noche la cosa mejore.

Esta mañana me he dado una ducha estupenda y he bajado a desayunar al hotel. Es un poco caro, 18€, pero con lo que me ahorré cenando en la sala VIPs de Estambul, me lo puedo permitir. Y el desayuno es muy bueno y abundante, suficiente como para aguantar hasta la noche. Luego he salido a buscar el parque del río Cheonggyecheon, un equivalente a Madrid Río, que les explicaré más adelante también, porque ya tengo que cortar. Hoy disponía del día libre para callejear a mi bola, pero a partir de mañana ya tengo citas con mis contactos locales. De momento ya tengo dinero suelto y me he comprado la tarjeta de transporte. Lo de la lavandería lo dejo para luego. Como empezaba a hacer mucho calor, me he vuelto al hotel a hacer nuevas gestiones y escribirles a ustedes. Continuará

Aquí son las seis de la tarde. Tenía escrito esto y lo estaba repasando cuando he visto que estaba a punto de empezar el discurso de Pedro Sánchez. Y, después de escucharlo, creo que es mi deber completar este post con un grito: ¡¡¡¡OLÉ TUS COJONES!!!! Me creerán o no, pero les juro que he llorado y todo. Porque yo quiero volver dentro de tres meses al mismo país del que salí hace ya quince días. No a otro gobernado por Fake-joo, apoyado por Abascal-tu-culo-huele-mal, motes que ya se van a quedar permanentes en este blog, cada vez que hable de estos dos señores. Porque no hay derecho a hacer lo que han hecho con Sánchez, ni lo que hicieron antes con Pablo Iglesias y otros. Ya está bien, hombre.

Nunca he sido socialista ni del PSOE. En realidad nunca he militado en ningún partido político y, como saben mis amigos más cercanos, MI ÚNICA PATRIA ES EL ROCK. Pero ahora mismo quiero yo también hacer una declaración: me declaro inquebrantablemente sanchista. Nunca he usado ese adjetivo inventado como insulto por la derecha de este país. Démosle la vuelta de una vez. Así que, por si tenían alguna duda de por qué zona ideológica me desenvuelvo, desde Seúl (Corea) lo proclamo: yo, cada vez más, sanchista y a mucha honra. Congratúlense de la noticia como yo, porque la alternativa era terrorífica. Y, si alguno de ustedes, está en otra onda, lo primero que le digo es que se lo haga mirar. Y lo segundo es que no sé qué hace siguiendo este blog. Yo pretendía hacer una página apolítica, pero estos impresentables arriba citados nos han obligado a todos a tomar partido. Y mi opción, como la del presidente, está bien clara. El discurso de hoy de Sánchez me mola todo. O, dicho en francés, Ça plane pour moi. Aprovéchenlo para bailar. Como he hecho yo. Ya ven qué contento me he puesto.

17 comentarios:

  1. Magnífico ciclo de vida, compañero: cabe tanto en tan poco tiempo!

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    1. Gracias, querido amigo, me encanta saber que sigues un blog tan atípico, con sobredosis de texto. Abrazos.

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  2. No entiendo muy bien eso de viajar en contra de rotación de la Tierra. Imagino que el vuelo Estambul-Seúl se realiza de izquierda a derecha (según un mapa) lo cual es en sentido de la rotación. Lo que sí es cierto es que la jet-lag es mucho mayor en los vuelos a favor de rotación como éste que usted ha disfrutado.
    Siga descubriendo caminos brother que camino se hace al andar...
    Abrazo.

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    1. Mi querido Coronel. Pues qué le puedo decir. Que me ha pillado usted. Que soy un despistado y estaba convencido de estar moviéndome contra la rotación de la Tierra. Cuando en realidad, como usted dice, es justo al revés. Estaba yo herrado, con hache.
      Le agradezco la corrección y me extenderé sobré este punto en posts sucesivos.
      Abrazo fuerte.

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  3. Según avanza tu viaje Emilio, también va aumentando tu nivel de confort, ¿eh?. Te compras una tarjeta para pasar a las salas VIP de los aeropuertos, los aviones son mejores y los hoteles, ya ni te cuento. Y ya para poner la guinda, ni siquiera sales a callejear para encontrar un sitio donde tomarte el primer café del día, ¡qué va!, eso sería mucho sufrimiento. Ahora ya te das homenajes desayunando en el hotel (con un buen buffet, largo y estrecho). No, si a mí me parece fenomenal, ya me gustaría estar en tu lugar. Lo que me da miedo es que le cojas el gustillo y luego cortar es más difícil... Te lo digo por tu bien. Y otra cosilla, ¿de verdad has llorado con la declaración de nuestro querido Pedro? Si es así, es muy significativo. Igual es que ha empezado a entrarte la morriña ...

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    1. Querida Maite, nunca he dicho en el blog que me gusten las incomodidades, yo no he emprendido esta aventura para sufrir más de lo estrictamente necesario. Y debo descansar para mantener las energías que me permitan afrontar etapas más duras.
      Sobre si lloré o no escuchando al presi, te remito al Post#1: un coruñés nunca habla totalmente en serio ni totalmente en broma, sino las dos cosas a la vez. Besos a puñaos.

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  4. Tremendo el viaje!! Una pena la ausencia de la antigua Bombay - actual Mumbay en el periplo. Hubiera dado para un par de buenos post y grandes momentos para los que conocemos muy bien ese país. Eso sí. Discrepo profundamente de lo que considero una loa tan desmesurada a Sánchez. Para mí es un ser profundamente vil y abyecto. Pero esa conversación la podemos tener con unas cervezas a tu vuelta. Abraxos!!

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    1. Querido Nacho. No he querido hacer mi relato más largo y aburrir al personal, pero tú y yo sabemos que hubo un programa intermedio, en el que la idea viajar a la India y visitar Mysore, la cuna del Ashtanga Yoga. Eso le habría dado al viaje un punto iniciático, de búsqueda de las Fuentes, que finalmente se perdió, porque mi colaboración con el máster de París, retrasó mi salida hasta unas fechas en que, por imperativos climáticos, es imposible viajar al sur de la India
      Respecto a lo de Pedro Sánchez, no pienso perder ni cinco minutos en discutir contigo sobre ello, respeto tu opinión, porque creo que las opiniones son como los culos, que cada uno tiene la suya.
      Un fuerte abrazo para ti también.

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  5. You're already halfway around the world! Seoul looks like an interesting place. Enjoy and keep those posts coming. All the best.

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    1. By the way, it's me, your English teacher.

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    2. Thank you very much, Ed, it's a luxury to know that you follow my blog and enjoy with It.
      We keep in touch.

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  6. Ciao Emilio ho visto che ti hanno inviato la foto che abbiamo fatto insieme a Napoli 🥰 leggo con piacere che il tuo viaggio sta procedendo molto bene.. 💪 buona permanenza a Seul

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  7. Que grande Emilio jajaja...eres un fenómeno. Sigue disfrutando...

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  8. Fantástico viaje que te está haciendo disfrutar a ti y haciéndonos disfrutar a tus seguidores/as. Y aunque yo sí que soy fan del PSOE, discrepo de tu loa a tu amado líder. No obstante, continuaré siguiendo tu periplo que deseo y espero lleno de buenos momentos;

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    1. Pues no sé quién eres, camuflado en este perfil anónimo, pero muchas gracias también para ti. Yo no soy socialista, ni sanchista. Me estoy volviendo lo segundo como resultado del acoso a este señor, un poco por llevar la contraria y también por el asco que me genera la banda Feijoo-Abascal-Ayuso-Almeida.

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