jueves, 2 de mayo de 2024

10. Deeper Seoul

O sea, Seúl más profundo. Escribo el nombre de la ciudad en inglés, como hice con Bologna, que lo escribí siempre en italiano, y no con Napoli o Istanbul, cuyos nombres españolicé. Nunca he pretendido ser un modelo de coherencia lingüística, pero, en este caso, el cambio viene inducido porque los coreanos escriben así el nombre de su antigua capital y lo pronuncian como “soul”. Llevaba varios días escuchándoles hablar y me admiraba que estuvieran tan preocupados por el alma, y resulta que de lo que hablaban era de esta ciudad. Así que ya lo saben, si vienen algún día: esta ciudad se llama Seoul y se pronuncia Soul. Les diré que estoy ahora mismo reventado, después de varios días de ritmo coreano al que me han sometido mis amigos de aquí. Vayamos por partes.

Les conté que el lunes por la tarde estaba a punto de publicar mi post anterior y, cuando iba a darle al botón correspondiente, caí en la cuenta de que hablaba Pedro Sánchez en directo, me conecté a verlo y me puse tan contento con su mensaje que añadí un par de párrafos, inhabituales en este blog por su entusiasmo, si bien no viene mal que vean de qué pies cojeo en este tema. A ver si no voy a poder dar mis opiniones políticas cuando algunos de mis seguidores las dan también (opuestas a las mías) sin empacho alguno. Estoy pendiente de contestar a los comentarios del post anterior y les puedo jurar que no es mi intención hablar de política en este blog, si bien algunos comentarios esporádicos se me pueden escapar, como los pedos. Si se te escapa un pedo y te miran mal, sólo te queda reconocer: se me ha escapao.

Esa noche disfruté de un paseo por el barrio de Ikseon-dong, uno de los más animados del centro, lleno de bares y galerías de arte, en parte instalados en el llamado Bukchon Hanok Village, un conjunto de casitas antiguas restauradas, que en su día fueron las viviendas de la aristocracia en el centro de la ciudad, pero luego fueron abandonadas cuando la clase alta se trasladó al barrio de Gan Nam, al sur, y después a villas lujosas en las afueras. Este barrio de casas tradicionales ha sido rehabilitado entero, y los coreanos han tenido la puntería de no solicitar que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En caso contrario, no se podrían haber implantado allí los bares y restaurantes informales, con mesas de madera, que ahora le dan la gracia. Vean un par de imágenes.


El martes, día 30 de abril, tenía también la mañana libre, aunque debía ocuparme de otra serie de gestiones de mi viaje y temas de intendencia para Seúl. A media mañana salí a caminar sin rumbo por las grandes avenidas del centro de esta ciudad. Encontré el Ayuntamiento y enredé por allí un poco. Recordé entonces que la Ewha Woman University en la que había estudiado mi hijo Kike cuatro meses, es un lugar interesante de visitar, verán abajo por qué. Busqué un bus que me llevó a esa universidad, y de paso chequeé que la tarjeta de transportes T-Money funcionaba correctamente. Llegué y entré en el campus. Es esta una Universidad creada en 1860, sólo para mujeres y con unos edificios similares a los de Oxford o Cambridge. Pero lo que a mí me interesaba era la ampliación que se inauguró en 2008, con proyecto de Dominique Perrault. Mi hijo ya estuvo en ese edificio, o sea que su paso por aquí fue posterior. Para construirlo han dado un tajo enorme a una montaña en el centro del campus y el edificio ocupa ambos lados del tajo. Vean unas fotos que tomé de esta maravilla.





La última con los roblones que tanto usa Perrault. Volví al hotel en el bus y me entró una cierta hambre. Había hecho uno de esos desayunos pantagruélicos del hotel, como el día anterior, con la intención de no comer al mediodía. Yo creía que el desayuno costaba 18€, me parecía caro, pero estaba todo muy bueno y abundante. Luego, descubrí que el precio real del desayuno es de 18.000 wons. Es decir, que no llega a 13€. Así que había decidido atiborrarme en el desayuno para aguantar luego hasta la noche. Pero a mediodía sentí hambre y bajé a comerme una especie de tartaleta muy picante, con una cerveza, en un chiringuito cercano al hotel. Cumplido ese trámite, me dirigí al Metro para buscar la estación de la Hankuk University. Allí da clases de español la antigua profesora de coreano de Kike, una mujer espléndida.

Se llama Ji, desconozco su apellido y había quedado con ella en una especie de memorial que hay a la entrada de la Uni. Me senté allí y, al rato vino a buscarme y me llevó a su clase de español para coreanos. Habíamos acordado que yo me presentaría allí como español, para que practicaran un poco, y a mí estas cosas me encantan. De camino a la clase, me advirtió de que los jóvenes en Corea son muy tímidos y que estos llevaban sólo dos meses asistiendo a su asignatura, que es optativa. Así que, que no esperase algo muy interesante de la sesión. Pero empezamos a hablar, me presenté, les expliqué quién era, en qué había trabajado, cómo era este viaje que estaba haciendo y se confiaron un montón. Estuvimos una hora con ellos y nos reímos muchísimo. Yo realmente me entiendo bien con la gente joven. Recuerdo una ocasión en que mi amigo Alain Sinou me advirtió que los de ese año de su máster, eran muy flojos. Y llegué yo y estuvieron súper atentos y muy interesados. Cuando le comenté a Alain esa diferencia de opinión, me dijo: eres tú el que los activas. Pues aquí lo mismo.

Intentaron que aprendiera alguna palabra en coreano, pero no se me queda ninguna, salvo anyon aseyooh, que es la forma de saludar. Y les conté que, en mi paso por Turquía sólo había aprendido a decir adiós, porque es muy gracioso: gülé-gülé. Y se tronchaban de la risa. El coreano es un idioma creado en el siglo XV, que tiene un alfabeto propio lógico, por lo que es mucho más fácil de aprender que el chino o el japonés, que están basados en ideogramas. Ji había vivido en España siete años y es allí cuando intentó enseñar el coreano a Kike, de quien habla con absoluto cariño y admiración. Dice que para ella es más un amigo que un ex-alumno. Y se acordaba perfectamente de que una vez me había saludado en mi casa, a donde venía a dar las clases a Kike. Les juro que a mí se me había borrado completamente de la memoria. Pero ella se acuerda perfectamente e incluso me contó que le había dado una receta de cocina. ¿Cuál? –le pregunté. Pues la del pulpo a la gallega. No cabe, pues, duda de que esta historia es real, lo que pasa es que yo tengo una memoria malísima.

Mi plan inicial con Ji era quedar a cenar con ella, a la salida de la universidad, en donde da clases de español desde por la mañana. Pero ella me propuso sumarme primero a su última clase y la idea me encantó. Y, miren ustedes por dónde, sus tímidos alumnos de la clase de las siete, estaban tan entusiasmados conmigo, que siete de ellos nos pidieron sumarse a la cena. Y no les podíamos decir que no. Los demás se fueron después de saludarme efusivamente. Nos acercamos a una pizzería muy frecuentada por los estudiantes de la Hankuk. Pedimos cuatro pizzas para todos, con agua y coca-colas (la cerveza no era adecuada para la ocasión) y pasamos otro rato estupendo. Después, me despedí de Ji, que tiene pensado pasar por Madrid en agosto, y me fui al Metro con dos de las chicas, que se bajaban antes que yo. Al llegar a su parada, empezaron a decirme gülé-gülé y se tiraban por el suelo de la risa, para estupefacción de los restantes ocupantes del Metro, que no entendían nada. Vean algunas fotos de la ocasión.  



Llegué con el Metro a mi hotel para descubrir una cosa desagradable: me había pillado un constipado importante. Yo venía preparado con remedios para el jet-lag y para la cagalera (sobre todo cuando pensaba pasar por Bombay y Bangkok) y había descuidado este flanco. Con los aires acondicionados del hotel y del Metro y el calor que hace fuera, tenía una tos bastante jodida. Y la cosa era seria, porque al día siguiente tenía que empezar a dar una serie de conferencias en universidades coreanas. En fin, cuando en el primer post de este blog, me definí como conferenciante internacional, muchos de ustedes se tomaron la cosa como otra boutade más de un tipo que no tiene abuela. Pero yo tenía que dar al día siguiente una primera conferencia sobre Madrid Río en la Yonsei University, una de las universidades privadas más prestigiosas de Corea, en la cátedra de Transport Planning. Es momento de hablar de mi amigo Woohyun Chung, mi hermano coreano.

A Woohyun Chung, le llamamos los amigos sencillamente Woo, nombre cuya pronunciación han de intentar ustedes recordando el canto de los búhos. Conocí a Woo en 2017, cuando vino a Madrid dentro de una gira por varias ciudades españolas, encabezando una delegación del KDI, para ver tranvías más exitosos, como el de Zaragoza y fracasados como el de Parla. En Madrid yo le enseñé el parque Madrid Río y pasamos una mañana estupenda. El KDI, Korean Development Institute, es un think tank, es decir, un laboratorio de ideas. En aquellos tiempos, se hacían rankings para todo y en el ranking de think tanks, el KDI era el de mayor rango de Corea y uno de los mejores del mundo, en una lista en la que muy abajo aparecían los dos únicos españoles: el Instituto Elcano y el CIDOB de Barcelona.

Ya en aquella visita cimentamos nuestra amistad y el año pasado, Woo me escribió. Quería que recibiera al señor Han, un alto directivo de una empresa que construye autovías en Corea. Ellos dos se conocían de la escuela de Ingenieros de Caminos y Han le había dicho que estaba muy preocupado por un proyecto que promovía su empresa y que estaba suscitando una contestación enorme entre la población afectada por el trazado. Y Woo le respondió que lo que tenía que hacer era venir a Madrid, donde habíamos tenido un caso similar (el proyecto M-30) y que él conocía a la persona que mejor se lo podía contar en Madrid. Pero me había buscado en Linkedin y había constatado que ya estoy jubilado, así que me preguntaba si sería tan amable de enseñarle el proyecto a Han. Le dije que por supuesto, y me puse en contacto con Mía Li, la traductora que tienen en España. Esta chica, vino a hacer un Erasmus a Salamanca, se enamoró de un español y ya se quedó por aquí. Ahora vive en Alicante con su marido y dos niños monísimos.

Hablé con Mía y le solté mi broma habitual: vale, yo estoy jubilado, pero les atenderé con una sola condición. Que me traigan una caja de té de ginseng rojo coreano. Su respuesta: ya lo tenemos previsto, es lo mismo que nos pidió usted hace siete años. El caso es que me puse en contacto con la empresa Madrid-Calle 30 y entre ellos y yo atendimos al señor Han, que se fue encantado después de conocer la historia del proyecto y visitar todas las instalaciones de control y seguimiento de los túneles. Al comenzar yo mis contactos para este viaje loco en el que estoy embarcado, hablé con Woo que me dijo que ya no vivía en Seúl, sino en Sejong, la nueva capital, a 120 kilómetros al sur, porque el KDI es una empresa estatal y, cuando la capital se trasladó a Sejong, el se tuvo que ir allí con su familia. Pero que haría lo posible para encontrarse conmigo.

Y, unos meses después, me anunció que nos íbamos a ver antes, porque pensaba viajar a España para estudiar los casos del tranvía de Granada (un éxito) y los de Jaén y Velez-Málaga, (dos fracasos). Pero estaba teniendo problemas para organizar encuentros con las administraciones responsables de estos tres tranvías. Le pedí un poco de tiempo y, a través del hermano de un amigo mío de Jaén, le conseguí los contactos que necesitaba. Woo, con sus dos ayudantes y la traductora Mía, establecieron base en un hotel de Granada y desde allí organizaron visitas a Jaén y Velez-Málaga. Tenían su cita en Jaén una mañana y, el día antes, yo me cogí el coche y conduje hasta la ciudad, donde me cogí un hotel para estar con ellos en su reunión con el Grupo Socialista de Jaén. Porque el tranvía de Jaén fue la operación estrella del Ayuntamiento del PSOE y, cuando estaba ya terminado y a punto de inaugurarse, hubo unas elecciones locales en las que el PP prometió, como hace siempre, que, si ganaba, ese tranvía no se inauguraría nunca. Ganaron y el tranvía se sigue sin usar, desde 2011, con todos los vehículos echándose a perder en sus cocheras. Vean abajo la foto que nos hicimos después de estar reunidos con los socialistas una hora. No es difícil distinguir a unos y otros en la foto.

De izquierda a derecha, Mía Li, los dos ayudantes de Woo, el ex-alcalde socialista de Jaén, el propio Woo, el hermano de mi amigo que me consiguió los contactos y el menda flanqueado por dos prebostes del PSOE local. Después, los coreanos y yo nos fuimos a comer, momento al que corresponde la foto de abajo, y yo me cogí el coche y me volví a Madrid.

Hablando ya de nuestro encuentro en Seúl, Woo me preguntó si yo quería dar alguna charla en las universidades de aquí, con las que él tiene muy buena relación. Le dije que sí y me consiguió no una, sino tres. Sabe que a mí me molan estas cosas, me aprecia mucho y piensa que mi relato sobre Madrid Río es muy interesante para que sea conocido en las universidades coreanas. Y que los coreanos son así: cuando tienen algo claro, se lanzan a fondo. Así que ayer, día 1 de mayo, Woo vino a recogerme a la puerta del hotel a las 10.00 para irnos en Metro a la Yonsei University, donde nos esperaba el profesor Jinhee Kim. Estaba yo un poco cansado, después de una noche de perros por la tos, pero me calcé un té de ginseng rojo coreano para soltar la lengua y un ibuprofeno para desinflamar la garganta (además llevaba caramelos  de regaliz de Fisherman’s Friend, por si me daba la tos a media conferencia). Y la cosa salió fenomenal. Después nos fuimos a comer, invitados por la universidad.

No tengo fotos del evento, el profesor Kim prometió enviarme las que hizo. Y por cierto, no sé si se han fijado en que ayer era 1 de mayo, festivo en todo el mundo. Pues otra peculiaridad muy coreana: esta es una fiesta sin tradición aquí, que viene de Occidente. Y ellos piensan que esta es la fiesta del trabajador y que los estudiantes no son trabajadores, por lo que las universidades no cierran en este día. Era un día lectivo como cualquier otro y la clase estuvo muy concurrida. Nos despedimos de Kim y entonces descubrí que Woo se había cogido un tren desde Sejong a primera hora y se había pillado un hotel en Seúl para pasar conmigo estos tres días, salvo una reunión de trabajo que tenía hoy. Así que echamos a andar por la ciudad, en donde Woo me quería enseñar algunos barrios y templos interesantes. Es su ciudad natal y vivió aquí hasta que se trasladó a Sejong. Vimos una serie de cosas, pero yo estaba reventado, entre el té, las dos horas de hablar en inglés, el constipado y el ibuprofeno.

En algún momento, Woo me vio tan hecho polvo que me dejó irme a descansar al hotel un par de horas, que me vinieron fenomenal. Pero luego vino a recogerme para ir a cenar. Y he de decirles que ayer hice un desayuno pantagruélico, una comida con Woo y Kim no menos opípara, y luego una cena muy abundante. Los coreanos comen muy bien, sobre todo a base de carne. A mediodía comimos buey y por la noche Woo me llevó a Ikseon-dong a la zona conocida como la calle del cerdo, porque allí están todos los restaurantes especializados en este animal. En fin, después de lo que comí en mi fase italiana y esta barbaridad de los coreanos, creo que voy a volver más gordo a Madrid. A mediodía habíamos comido con agua, invitados por la universidad, pero por la noche ya le dimos bien a la cerveza. Una foto de la cena de ayer.

Hoy el programa era diferente. Para empezar, no he bajado a desayunar en previsión de los excesos posteriores. A las 11.00 ha venido Woo y hemos ido en Metro a un gran centro comercial, en donde nos esperaban los ingenieros Lee y Byoan, profesores de Transport Planning de la Universidad Pública de Seúl. Hemos comido los cuatro una cantidad un poco menos bestia, porque mi conferencia era justo después, a las 14.00 y Woo se ha marchado después para su larga tarde de trabajo. Los profesores me han llevado en su coche a la universidad y allí he dado mi charla a dos cursos de diferente nivel que se han unido para verme. También me ha quedado muy bien, los chicos eran muchos y había algunos muy bien preparados que me han hecho preguntas difíciles. Esta vez, sí que me he hecho con algunas fotos. Primero quiero que vean cómo me presentaban en un panel al lado de la pantalla y luego la foto de los dos grupos que han asistido a mi charla, primero los del curso superior y luego los del curso inicial, con el profesor Lee.



Bien, el profesor Lee me ha llevado en su coche al centro comercial en el que hemos comido y allí he buscado el Metro para volver al hotel. Estaba otra vez reventado, pero ya no tenía ninguna otra actividad con Woo. Así que me he tumbado a la bartola hasta que me he recuperado. Luego me he puesto a escribir este post y a las 21.00 he salido hacia el barrio de Ikseon-dong para darme una cena en condiciones, porque hoy es mi última noche en Seúl. Lo que sigue ya se lo contaré a toro pasado, como de costumbre. He encontrado un restaurante-pizzería de fusión italo-coreana y me he pedido unos spaguetti amatriciana, bastante poco ortodoxos, pero que me han sentado fenomenal. Y he venido a rematar el post. Mañana he de hacer pronto el check-out porque Woo vendrá a recogerme a las 9.30, para coger el tren a la ciudad de Suwan, a medio camino entre Seúl y Sejong. Que pasen una buena tarde, yo aquí ya me voy a dormir.

6 comentarios:

  1. Parece que en esta ciudad, has estado todavía más entretenido y ocupado que en las anteriores. Me creo totalmente que habrás encandilado a todos esos alumnos coreanos, que han disfrutado de tus conferencias. Se te ve muy contento, y de perfil muy redondito. Tendrás que cortarte un poco, que te queda mucho viaje por delante, y si no, vas a volver con exceso de equipaje. Me alegro que estés pasándolo tan bien.

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    1. Sí, tengo que intentar moderarme con la comida, si no, volveré con unos cuantos kilos de más. Ees que no paran de invitarme y la comida coreana es muy buena.

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  2. Hola Emilio. Para seguir el tono de tu blog te diré que de deeper no tiene nada el ambiente en el que andas. Me dejas pasmada con tu capacidad de embajada y con que les flipe el proyecto del río allá tan lejos. Da la sensación de que siempre estás en casa, a pesar del antipostureo. Es muy precioso lo que cuentas. Esperamos el siguiente destino.

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    1. Ya sabes que siempre se me ha dado bien relacionarme con gente de otros lugares. Estos eran profesores de universidad y profesionales, tampoco clase alta, pero de acuerdo, quizá lo de deeper podía sugerír otra cosa.

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  3. Que me digan a mi lo del ginseg rojo la charla que me pegaste hace un año cuando fuimos al Womad en Cáceres, no me dejaste meter baza en todo el camino jajaja

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    1. Jajajaja. Con un sobrecito de té de ginseng rojo coreano, me transfiguro en Castelar. De todas formas, haberme cortado, hombre...

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