sábado, 15 de junio de 2024

25. Vapt vupt

Buenos días de nuevo, queridos seguidores de este blog y mis disculpas más sinceras por haberles tenido una semana ayunos de información, después de un post en el que les comunicaba una mala noticia que me tenía entristecido. Esto ha hecho que muchos pensaran que continuaba apenado y no escribía por eso. Nada más lejos de la realidad. Ambas circunstancias han coincidido por pura casualidad. Yo añoraré siempre a mi querido amigo Joe y esa será una mochila con la que habré de cargar en el resto del viaje, junto con mi equipaje mínimo. Pero el hecho de que no escribiera en esta semana se debe justo a lo contrario, a que he tenido una estancia maravillosa aquí en Curitiba (Brasil), en la que mi querida amiga Gisele Medeiros me ha acogido con un cariño y una dedicación que no esperaba y que nos llevaba a estar todo el día de acá para allá, y prolongar cada jornada hasta unas copas nocturnas que nos arrastraban felices pero exhaustos a la cama, ya de madrugada. Un ritmo bastante cansativo, como se dice por estas tierras, que no me dejaba margen para escribir mis crónicas. Quizá sea momento de mostrarles una foto de mi amiga.

Algunos amigos y seguidores me han pedido que haga al menos un post cortito para decir que estoy bien y quitarles su preocupación por mí y por mi viaje. Esto es lo que me dispongo a hacer hoy, en mi último día en Curitiba, aprovechando que me he despertado a las seis de la mañana, cuando tenía la alarma de mi móvil a las ocho para mi última jornada curitibana. Cuento apenas con dos horas para hacer un post vapt vupt, expresión brasileira que podríamos traducir como en un periquete o a toda prisa. Porque en estos días he aprendido brasileño en un curso acelerado y delicioso, sobre la base del gallego que ya más o menos manejaba. Y ya les adelanto que esta tarde volaré a Sao Paulo para continuar mi gira y espero volver a contar con margen para escribir, aunque yo tengo claro que he de dar preferencia al tiempo para vivir, sobre el tiempo que dedique a contar lo que voy viviendo. Lo contrario sería antinatural.

En realidad son dos las amigas que tengo en Curitiba, porque además está Liana Vallicelli, que es argentina de origen italiano pero radicada en esta tierra desde hace muchos años. Ambas me han recibido con una ilusión y una dedicación que han desbordado todas mis previsiones. Ya les conté las atenciones que había recibido en Corea, donde mi amigo Woo se hizo 250 kms de tren, otros tantos de vuelta y reservó un par de noches de hotel para acompañarme en Seúl. Luego mis anfitriones en Kyoto alquilaron un coche para llevarme de visita y el cubano Luis llegó a comprarse un coche nuevo para poderme pasear por Auckland. Pues lo de mis amigas Gisele Medeiros y Liana Vallicelli supera todo eso. Gisele, además de acogerme en su casa se ha tomado la mayor parte de esta semana de vacaciones (parece que tenía bastantes moscosos pendientes), para acompañarme todo el rato, como les contaré después. Por eso no he tenido ni tiempo para poderme sentar a escribir.

Mis dos amigas trabajan en el IPPUC, Instituto de Pesquisa e Planejamento Urbano de Curitiba,  toda una referencia en el mundo del urbanismo. Conocí primero a Liana, en el workshop que la red C40 organizó en Portland (Oregon) en octubre de 2017. Allí nos reunimos ambos en unas sesiones de trabajo agotadoras que terminaban luego con la correspondiente cena en alguna cervecería local. Este ritmo permite hacer amigos para siempre, que es lo que el grupo C40 pretende, porque los amigos continúan intercambiando información sobre los proyectos de su ciudad y el conocimiento se comparte y se extiende, objetivo prioritario del C40. Yo conocí allí, además de a Liana, a Hélène Chartier, de París, Shannon Ryan, de Los Ángeles, Clare Hale, de Londres, Valeria López, de Chile y Tantri, de Yakarta, todas ellas amigas mías. Más el bueno de Radcliffe Dacaunay, a quien espero visitar en Seattle en la parte norteamericana de este viaje. Y después del workshop yo me acerqué a conocer Vancouver, donde me encontré de nuevo con Liana para visitar juntos la ciudad. Allí nos hicimos una foto que les muestro.

Al año siguiente, 2018, yo fui invitado de nuevo al workshop anual de C40, que esta vez se celebraba en Chicago, en el mes de noviembre. Y en este segundo evento fue donde conocí a Gisele Medeiros. Una mujer espléndida, que se hacía notar en todas las sesiones y eventos, así como en las cenas y copas nocturnas posteriores. Conservo fotos de estos dos encuentros internacionales, que les mostraré en posts sucesivos. Cuando, hace unos meses, les escribí a Gisele y a Liana contándoles mis planes de hacer un viaje de vuelta al mundo, se mostraron alucinadas y entusiasmadas de que incluyera Curitiba en mi programa para ir a visitarlas. Iniciaron entonces una pugna para decidir cuál de las dos me daba alojamiento en su casa, algo que ambas estaban dispuestas a ofrecerme.

Finalmente se decidió que yo iría a casa de Gisele, pero Liana vendría a recogerme al aeropuerto para llevarme a mi domicilio de acogida. Lo que pasa es que yo he de contarles mis últimos momentos en Santiago de Chile y cómo fue el viaje desde allí, relato cronológico que retomaré en las siguientes entradas del blog. Para este post vapt vupt, es suficiente con estas líneas. Y un poco de música. Porque Brasil es especial en este apartado. Según Gisele, lo que se hace ahora en esta tierra se cataloga como MPB, Música Popular Brasileña, que más o menos es una evolución de la bossa nova, incorporando elementos de jazz, blues y pop. En nuestras noches curitibanas encontramos mucha música en directo, tocada en pequeños antros por músicos locales que noche tras noche se esfuerzan en ganarse el cocido con su actividad artística. Se me acaba el tiempo y quiero dejarles de propina este viejo tema de Jorge Ben, un precursor de la MPB, que se llama País Tropical. Tengan paciencia, que este blog recuperará el pulso más pronto que tarde. Besos y abrazos sin cuento.

6 comentarios:

  1. Anónimo
    Soy Alfonso. Hola, Emilio:
    Estaba preocupado porque creía que las musas te habían abandonado a la melancolía tras conocer la pérdida de tu amigo. Pero ahora entiendo tu silencio. No me extraña que no tengas tiempo para escribir, pues esas amigas se merecen que les dediques todo tu tiempo. La escritura puede esperar. Ya me quedo más tranquilo.
    Un saludo,
    Alfonso

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de volver a leerte y sobre todo de que estés tan bien. Estoy convencido de que en este viaje, como decía Paco de Lucía solo te pasarán cositas buenas. Un abrazo una vez más.

    ResponderEliminar
  3. Qué bien tener tantos y tan buenos amigos repartidos por el mundo. Eso no tiene precio...

    ResponderEliminar