jueves, 20 de junio de 2024

27. Los días del esplendor en la hierba

 

Aunque nada pueda hacer volver
la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

Escribo ya desde Lima, en donde estoy instalado en casa de mi sobrino Zael, de quien se hablará cuando toque, porque insisto en ir contando mi viaje de forma cronológica e intentar poco a poco alcanzarme a mí mismo. Pero en Curitiba en casa de Gisele Medeiros pasé realmente unos días de esplendor en la hierba que recordaré siempre y que quiero contar aquí en detalle. He de empezar diciendo que en mi post anterior, escrito en condiciones no muy cómodas y con cierto apresuramiento, olvidé contar una cosa crucial. El martes 11, durante mi primer desayuno en casa de Gisele, la conversación giró sobre el desarrollo de mi viaje y le conté que había dado tres conferencias en Corea sobre Madrid Río. Quiso ella que le enseñara mi presentación y le explicara lo más interesante de mi parlamento en las tres universidades. Y, nada más terminar, se mostró decidida: esto tienes que ir a contarlo al IPPUC, es súper interesante.

Le dije que sólo contaba con tres días y que no se podría organizar el tema con tan poco tiempo. Su respuesta: Liana puede; voy a llamarla ahora mismo. Cogió su teléfono y consiguió hablar con la otra, que estaba por allí en alguna reunión, y solamente le dijo que yo tenía algo muy interesante que contar y que mirara a ver si podía reservar una sala, que era lo primero a organizar. Quizá sea momento de explicar que Liana Vallicelli está ahora en una posición de mando en el IPPUC; es la directora del Área de Información. Gisele me contó que ya estaba jubilada, pero que la habían llamado para ocupar ese puesto, en el que puede haber personas mayores, porque es ya un puesto político. La edad de Liana es tema tabú, ella no quiere que se le pregunte por ello. Gisele, en cambio, tiene 53 años, 20 menos que yo y está en un puesto de funcionaria bastante alto también, pero en otra área.

Así pues, el miércoles 12 yo me levanté tarde y esperé a que Gisele volviera de dejar a su hija en el colegio para desayunar conmigo. Arriba tienen una imagen de los desayunos que preparaba mi amiga cada día. Estábamos a medio desayunar cuando llamó Liana. Tenía una sala reservada en el IPPUC para el jueves a las 14.30, hasta las 16.00. Ahora nos tocaba trabajar a nosotros. Me puse con Gisele a depurar mi presentación, cambiando la primera y la última de las imágenes, para sustituir las referencias coreanas por brasileñas. Y tuve que arreglar mi currículum para mandarle a Liana un extracto adecuado para incorporarlo al cartel que iban a poner por todo el IPPUC. Estas tareas nos ocuparon buena parte de la mañana. Concluido el trabajo, Gisele me llevó al Mercado Central de Curitiba, otra de las cosas a ver en esta ciudad. Algunas imágenes.





El mercado ha sido renovado según un proyecto del IPPUC y está limpísimo y precioso. Pero era ya hora de comer y Gisele preguntó en dónde se podía tomar una buena feijoada, un plato que no debe dejar de probarse en Curitiba, al igual que la caipirinha. Nos hablaron de un restaurante medio árabe, medio brasileño que estaba allí mismo, dentro del mercado. Y ciertamente, el lugar era espectacular. La feijoada es el plato emblema de la gastronomía curitibana, que tiene su origen en el guiso que se hacían los esclavos mezclando las sobras de los platos de los amos con frijol y arroz blanco. Abajo tienen una imagen del plato que me tocó zamparme y lo contenta que se puso Gisele de comerse otro igual, más otras fotos de tan solemne ocasión.



Desde allí cogimos de nuevo el coche para ir a visitar el Jardín Botánico, otra de las visitas obligadas en la ciudad. Es un parque no muy grande, con un invernadero o estufa bastante cuidado y con muchas especies autóctonas. Más fotos.



Regresamos a casa porque Gisele quería cambiarse de ropa para acudir al sarao que teníamos a la tarde/noche. Liana nos había avisado de que había un acto en el Gran Teatro Guaíra, el de mayor cabida del sur de Brasil, con capacidad para unas 2.400 personas. El acto conmemoraba los 150 años del comienzo de la emigración italiana y prometía ser imponente, con la participación de la Camerata Antiqua de Curitiba, orquesta y coros, además de dos cantantes de ópera. Gisele y yo nos apuntamos, no así Jasmyn la hija de Gisele a la que el tema no le interesaba especialmente. Ya puestos un poco más de tiros largos, fuimos a la entrada del teatro, donde habíamos quedado con Liana y entramos con sus invitaciones, que había conseguido por su puesto directivo del IPPUC.

Pero el teatro se llenó y la mayoría de la gente había pagado su entrada. Fue un acto bastante emotivo, que empezó con la interpretación de los himnos de Italia, Brasil y Curitiba, que escuchamos en pie; luego una imposición de medallas a determinadas fuerzas vivas de la ciudad a cargo de la cónsul de Italia, que iba todo el rato escoltada por una especie de macero con gorro de penacho rojo bastante imponente. Luego empezó el concierto en el que se interpretaron diversas canciones italianas, como O Sole Mío, o la música de El Padrino. A la salida, Liana se quedó por allí a saludar  a las diferentes autoridades y Gisele aprovechó también para mezclarse con los importantes. Y a todos les decían que estaba por allí un amigo español dando la vuelta al mundo, lo que me obligaba a saludar a todo el mundo. Más imágenes.




Al salir, Liana se despidió y se fue con su coche. Y a Gisele y a mí nos atrapó la llamada de la noche. Buscamos un lugar en donde ir a escuchar blues o algo similar. Porque en estos días descubrí que a Gisele le apasiona el blues, al que ha llegado desde el jazz y la bossa. Yo he llegado desde el otro lado, desde el rock y el pop, pero al final confluimos en el mismo punto. Después de intentar varios lugares, aterrizamos ya casi a medianoche en el Dizzy, un lugar donde se puede comer algo mientras se escucha la música. A Gisele la conocía y la saludaba todo el mundo porque, durante cinco años después de separarse del padre de Jasmyn, tuvo un namorado que era músico y al que acompañaba todas las noches hasta que terminaba sus actuaciones en directo y al que dejó cuando comprendió que ese ambiente nocturno y alcohólico no era el entorno más adecuado para criar a su hija. Grabé algunos clips de la actuación que vimos, pero el sonido es muy malo. Gisele me hizo una foto antes de empezar a comer algo que ni siquiera recuerdo qué era.

Y todavía nos fuimos a tomar la última, o la penu, como suele decir mi amigo Henry Guitar, que sabe mucho de esto de prolongar la noche después de la música en directo. Llegamos a casa agotados pero felices, tras un día tan largo. Lo que nos lleva directamente al jueves 13 de junio, día de San Antonio. A Gisele, su jefa, que la tiene un poco entre ojos, le dijo que tenía que incorporarse ya a trabajar, o sea que se fue pronto. Yo me levanté sin prisas, me tomé mi té de ginseng rojo coreano de las grandes ocasiones y luego me puse con el desayuno que me había dejado mi anfitriona. A las 12 vino a recogerme para comer juntos antes de la conferencia, a la cual no podía asistir porque la jefa le había puesto una reunión con alguien de C40 que venía, yo creo que a mala leche.

Gisele me llevó a un restaurante de una modalidad que es muy popular en Brasil pero yo no he visto en España: el restaurante a kilo. Es un autoservicio en el que tú te pones lo que quieras y pagas según lo que pese. La bebida es aparte. Yo me pedí una cerveza para compensar la excitación del té de ginseng y el café y ya estuve listo para ir a dar mi conferencia. Gisele me quiso hacer una foto en la puerta del IPPUC y otra con ella. Y se marchó a su reunión con el C40. Liana me recogió y me llevó a la sala, donde estuvimos probando la megafonía y la proyección. Debajo tienen el cartel que estaba puesto por todas partes en el IPPUC y que suscitó una gran concurrencia.


Con toda la gente ya expectante, Liana me presentó de forma muy cariñosa, recordando cómo nos conocimos en 2017 y como seguíamos en contacto desde entonces. Y me lancé a hablar. Tenía un micrófono, pero enseguida lo deseché, porque no me hacía falta. Gisele me había dicho que, si hablaba en castellano despacio, sin acelerarme, me entendería todo el mundo fácilmente. Así lo hice y la verdad es que la conferencia salió bien, vino mucha gente y, a pesar de ser la primera hora de la tarde, no se durmió nadie y me hicieron muchas preguntas. Algunas fotos del evento.




A la salida, algunos de los presentes quisieron hacerse una foto conmigo dentro del edificio y otra fuera. Aquí las tienen.


Gisele no había terminado su reunión con el C40, y Liana me llevó primero a visitar la zona en donde se gestiona y desarrolla el sistema de información urbanística de la ciudad, similar al de Madrid y también soportado en la aplicación ArcGis, que monitoriza la empresa norteamericana Esri como en Madrid. Desde allí cogimos su coche y nos acercamos a la Torre de Telecomunicaciones de la ciudad, desde la que hay unas vistas panorámicas muy interesantes. Estaba ya anocheciendo y volvimos a coger el coche para acercarnos a un lugar donde cenaríamos con Gisele, que lo había elegido precisamente por tener buena música en directo. Allá nos sentamos a una mesa a tomarnos, en mi caso una buena jarra de cerveza, junto con unas pizzas que era lo que ofrecía el lugar. Vean una foto de mis dos amigas eligiendo en la carta y como, cuando se dan cuenta de que las estoy fotografiando, posan sonrientes.


Llegaron los músicos que iban a tocar y que de nuevo eran amigos de Gisele. El guitarrista se me quedó mirando muy fijamente. Luego vino a vernos y me dijo que me había mirado de esa forma porque yo era el vivo retrato de su abuelo. Y, encima, resulta que su abuelo viajó a Brasil con nueve años, con sus padres, que procedían de Madrid. En el barco, los bisabuelos murieron ambos de alguna infección, y el abuelo hubo de buscarse la vida para sobrevivir en un lugar en el que no conocía el idioma ni las costumbres. El abuelo se llamaba Eduardo Gaetano y yo le dije que ese era un apellido bastante frecuente en España. Pero luego se lo cambió a Caetano. Y él se llama Desio Caetano. Según Gisele es el mejor músico de blues de Curitiba en estos momentos. Pero lo habían contratado para tocar bossa, porque era el día de los enamorados en Brasil. No obstante, al final, en honor a nosotros, se marcó un blues bastante potente, del que grabé un pequeño clip que, este sí, les traigo al blog aunque el sonido no es especialmente bueno.

En fin, nos quedamos hablando un rato con los músicos, Desio me dijo que al día siguiente podíamos quedar con él y nos tocaría en exclusiva una sesión de blues. Pero Gisele tenía compradas unas entradas para ella y su hija para ver a Daniel Drexler, el hermano mayor del famoso Jorge Drexler, que tocaba en un teatro de la ciudad y tanto Liana como yo le habíamos pedido que nos sacara otras dos entradas. Era imposible quedar con el hombre del blues que me había confundido con su abuelo. Tal vez en otra ocasión, le dijimos. Y nos fuimos del lugar. Liana cogió su coche y se marchó a dormir. Y Gisele y yo volvimos a responder a la llamada de la noche y seguimos nuestra velada hasta bastante después. Vean un par de fotos más de nuestra cena en el bar de las pizzas. 


Qué quieren que les diga. Mis días en Brasil han sido muy felices, no sólo por la compañía, sino por la luz, la alegría la música y el buen rollo que destila este país. Venía yo de Santiago de Chile, la segunda ciudad más contaminada de América Latina después de México City, en donde hay una boina permanente que tapa el cielo y además hay una cierta crispación social contenida por los temas que están por resolver. Y de Brasil he saltado a Lima, una ciudad en la que hay una bruma permanente que no deja ver el sol, además de un frío invernal. Brasil ha sido un  interludio de felicidad que me produce ahora mismo una cierta añoranza, una cierta saudade. Se lo he dicho a Gisele por Whatsapp y dice que eso tiene solución fácil: que vuelva por allí, que siempre seré bienvenido.

Pero nos queda mucha historia que contar. El viernes 14 madrugué para ponerme al ritmo de Gisele y Jasmyn. Desayunamos y llevamos a la chica a su colegio. Luego, Gisele me acercó al Museo Niemayer y me dejó allí, porque tenía que ir a trabajar, o al menos hacer acto de presencia. Como saben, Oscar Niemayer es el arquitecto brasileño más conocido internacionalmente, el que diseñó Brasilia y construyó edificios por todo el mundo, incluyendo la Casa do Brasil, en la Ciudad Universitaria de Madrid. Él tenía su estudio en Río de Janeiro, pero es en Curitiba donde está su museo. Que se compone de dos edificios, conectados por el subsuelo, que fueron construidos en distintas épocas. Uno de ellos es ortogonal y, según me explicó Gisele, era originalmente una escuela infantil para algún lugar del norte de Brasil, donde hace frío y llueve constantemente. Pero Niemayer lo trasladó al sur.

Y allí nunca funcionó, por ser un edificio muy cerrado. En el sur lo que se busca es precisamente la luz. Al no funcionar como escuela, se dedicó un tiempo a oficinas de la administración, pero los trabajadores se quejaron a través de los sindicatos de la falta de luz y la insalubridad general. Finalmente, a los políticos de Curitiba se les ocurrió que el inmueble podría ser un buen  museo, porque los museos huyen de la luz natural. Hablaron con el anciano Niemayer (que se murió poco después con 105 años) y le gustó la idea de que le dedicaran un museo. Y proyectó la reforma del edificio, con el añadido de otro con forma de ojo, que ahora es el más característico del conjunto. Algunas fotos más.




Y aquí algunas de las colecciones que se exhiben en su interior, bastante iinteresantes.




Gisele vino a recogerme en cuanto se pudo escapar para el break de la comida, y me llevó a otro lugar maravilloso: La Ópera de Arame. Se trata de un lugar desarrollado a partir de unas antiguas canteras de la montaña, que han generado unas lagunas en las que el Ayuntamiento ha construido un complejo de ocio con un gran auditorio y un restaurante con un palco flotante para que los músicos toquen desde el centro del agua. Gisele y yo comimos allí algo similar a una feijoada, que se llamaba un brasileirín. Yo lo acompañé con una caipirinha, para probar ya la última especialidad que me faltaba. Un trío de músicos bastante jóvenes se subió al palco flotante y fueron impulsados al centro del lago para tocar desde allí. Nuevas fotos. 









Aún me llevó Gisele al parque Tangua, uno de los muchos que hay en Curitiba, conectados entre sí y equipados con centros culturales o deportivos, componiendo lo que se puede llamar la infraestructura verde de la ciudad. En este parque hay un mirador hacia una cascada artificial, conseguida a fuerza de bombear agua del río a la parte alta. Este es el lugar donde se fotografían las parejitas y nosotros no podíamos ser menos.


Desde allí, Gisele me llevó de vuelta a casa, donde me dejó para volver al trabajo y cerrar la jornada. Por la noche fuimos con Liana y Jasmyn a escuchar a Daniel Drexler, que hace una música muy parecida a la que su hermano hacía al principio, cuando empezó a ser conocido. Es él solo con una guitarra y la verdad es que suena muy cariñoso, es un personaje entrañable. Lo pasamos bien, sacamos por segunda noche consecutiva a Liana, que no es muy fiestera, y estuvimos muy a gusto. Al salir, Liana se fue y nosotros llevamos a Jasmyn a casa, para buscar de nuevo la noche para nuestra copa de despedida, que nos tomamos en un bar que se llama Nina, en donde nos sacaron algunas cosas de picar no muy abundantes, que habíamos comido mucho.

Como ven, jornadas intensas. Una vuelta a los días de esplendor en la hierba. Al día siguiente, sábado 15, yo tenía un vuelo por la tarde para ir a encontrarme con mi amiga Ana Paula Estévez en Sao Paulo. Pero mis amigas de Curitiba todavía tenían cosas que enseñarme por la mañana, como se contará en el post siguiente. Por si no se han dado cuenta, este texto termina el día 14 de junio y yo empecé la aventura de este viaje de vuelta al mundo el 14 de abril. Quiere decir que llevo ya dos meses fuera de casa, en el viaje más largo que he hecho en mi vida. Pero me lo sigo pasando bien, todo va saliendo de forma natural y no estoy para nada cansado. Sigo en unos días.

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